Aún resuena el ambiente de las Cuevas del Príncipe de Navalcarnero de este pasado sábado ya casi culminado el mes de Febrero. Los vapores de la olla de segadores volcándose sobre el gran perolón, el tomate de la huerta, el vino madrileño y un ambiente formidable entre personas con ganas de pasarlo bien, comer bien y disfrutar de un rato distendido, incluso, porqué no, marcarse algún bailecito con tal de menear un poco el esqueleto y echar unas risas.
Y es que este evento es un gran éxito seguro, todo aquello que tenga que ver con estas Cuevas evoca lo que uno espera de un buen restaurante con ambiente de pueblo, una decoración auténtica, un personal profesional que da gusto y un tabernero de los que ya casi no quedan, por supuesto, una cuidada selección de productos de la huerta que recuerda a esos sabores de cuando éramos niños y comíamos en casa de la abuela en el pueblo, todo ello regado con un buen vino que nunca se acaba. La confianza y el trato recibidos hacen que sea muy difícil no pensar en nuestro amigo Jesus Ruiz-Medrano y su excelente equipo para todo aquello relacionado con la gastronomía y la diversión.
Por eso elegimos una y otra vez este mágico lugar para nuestras celebraciones y fiestas gastronómicas como en esta ocasión que nos sirve de excelente excusa para ahondar en la historia gastronómica de la comarca y rememorar ese pote labriego que se elaboraba en aquellos días donde el campo era la única fuente de riqueza y se debía acarrear con el alimento para toda la jornada.
Y es que el garbanzo de Navalcarnero tiene su denominación propia y a la vista está el resultado, un plato delicioso que combina a la perfección con el arroz que en su día podría hacer las veces de pan, en un guiso poco graso para que la soñolencia no aborde la energía del jornalero.
Acudimos a la cita casi una veintena de personas, entre ellos Carlos de Diviertete Madrid con algunas personas de su grupo, ¡incluso un grupo de amigos se desplazó en exclusiva desde Murcia!, un saludo para ellos desde estas líneas, nos sentimos muy satisfechos de que os gustara!, Asturias también presente ¡vaya reto!. Tras hacer las presentaciones fuimos caminando de la Plaza de Segovia, así llamada la plaza principal de Navalcarnero, hasta las Cuevas.
Ocupamos nuestra mesa y bajamos a las Cuevas, unas antiguas galerías subterráneas utilizadas en la época para conservar alimentos y vinos gracias a la temperatura constante que mantienen. Hoy, adaptado con mesitas rústicas asemeja un antiguo mesón donde la tradición consiste en bautizarse porrón en mano para aquellos que acepten el reto. Tras probar unas morcillas y chorizos estupendos y unos vermús regresamos a nuestra mesa donde se nos estaban sirviendo los primeros a base de verduras y hortalizas de la huerta, mención especial al tomate con su aceite, una verdadera maravilla de la naturaleza.
Se acerca el momento del Volcamiento de la Olla, espectacular plato y a la vez sencillisimo, con un sabor puro y natural combinado después con las carnes, morcillas y chorizos. Mientras tanto, el vino no faltaba, y las conversaciones entre unos y otros no paraban, todos disfrutábamos de tal manera que nadie diría que muchos de nosotros era la primera vez que nos veíamos, y es que cuando uno quiere pasarlo bien y estar a gusto con los demás, todo sale rodado.
Los postres combinaban las fresas, la nata y el sorbete de cava y limón y la sobremesa quedaba servida con frascas de orujo, momento perfecto para más risas, bromas, conversaciones y charlas risueñas. La música se eleva por momentos, la luz baja y apetece a levantarse de la silla, dejarse llevar por la música, interactuar con el resto de comensales que han acudido aquí para lo mismo, celebrar algo, pasarlo bien, comer bien, ese disfraz de pirata es la estrella del momento y hay quien se marca un bailecito que anima al resto y quién charlando tranquilamente se toma un gin-tonic con alguien que acaba de conocer. Cuando nos damos cuenta, entre unas cosas y otras, son más de las seis de la tarde, hacemos entrega de un regalito y nos despedimos hasta la próxima ocasión en que podamos vernos en esta o en otras aventuras que están por venir.
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